viernes, 26 de septiembre de 2008

Días de duda


Señores, no sé si dedicarme a la borrachera permanente o a la clausura. Pues bien, lo dudo, porque son dos opciones que me resultan igual de atractivas.
Siempre me atrajo ese punto ascético de no necesitar nada y conformarme con una habitación con ventana tipo saetera, leyendo un buen libro y donde todo mi erotismo fuera platónico hacia el monje más sensible.
O bien dedicarme a no hacer nada, excepto a no tener noción de la vida, ese estado de borracherea donde todo es maravilloso, mientras hablas, mientras bailas . Ese estado de pedanteria ebria, de charla fluida, de cuánto nos queremos, del mundo es marvilloso, de "se me traba la lengua" pero yo me creo el orador griego del ágora, sí, ese que ahora no me acuerdo, tengo tanta lucidez que me falla la memoria.
Pues bien, señores, como decía y como repito, como buen borracho, me muevo en esa dualidad de simplicidad y complejidad. Cuando opte por un camino se lo comunicaré vía mail.
Aunque creo que esa es mi esencia, mi ser más auténtico. En esos mundos puedo ser feliz. Sólo falta acoplarlos, adaptar ambos medios y deseos. Que no haya contradittión o lo que es igual que no haya disonancia cognitiva.

Por cierto, me encanta este modelito de la Kate...

3 comentarios:

AB dijo...

Para ser un borracho, usa usted palabras impresionantes.

Babilonio dijo...

Solo apreciarás ambas posturas si las adoptas alternativamente.

Cinderella dijo...

Las dos a la vez sería difícil.Hoy aprecio más el lado sencillo, creo que me reconforta más y no produce resaca. Pero qué sería la vida sin contrastes