domingo, 18 de enero de 2009

Redes invisibles...

Llenaremos el cuerpo de palabras y de sueño, comenzando por el principio de toda buena historia para bien dormir: "Erase que se era, érase una vez, hace mucho, mucho tiempo... una princesa a la orilla del mar paseaba...."


...en silencio, con la mente en blanco, sintiendo el sol y la brisa en su cara, feliz con el solo hecho de poder sentirlo. Se giraba para contemplar los distintos matices azules y a veces se colaban destellos de otras imágenes, combinación extraña de colores,de otros paisajes, de otras sensaciones ...



al fondo, sentado en la panza de una barca invertida sobre la arena, un pescador repasaba una red... la princesa se le acercó despacito, para no perturbar el trabajo de sus manos sarmentosas... 'dime, pescador, qué haces' 'buenos días, linda señorita, preparo mis redes para salir con la pleamar, a una pesca mágica' '¿mágica, dices?' 'mágica como los sueños de colores, mágica como las luces del alba y del ocaso', '¿y qué vas a pescar, hombre de la barca bonita?', 'voy a pescar la estrella que han perdido tus ojos, y que en las olas del mar, a la medianoche, se baña entre pensamientos'


...pensamientos que enmarañaban a la pobre estrella, se sobresaltaba y una fuerte claustrofobia se apoderaba de ella porque no veía la salida en esa gran urdimbre que se había tejido sobre ella y que aún se había enmarañado más en su deseo de salir rápido...( tan semejante a la pesadilla recurrente)


El pescador, hombre sabio, le dijo estas palabras: “nada despacio, princesa linda, permanece quieta un momento, flota, cierra los ojos, mueve ahora un brazo, ahora el otro, y cuando lleves cuatro o cinco brazadas, serenas como mar tendida, no hay red de pescador, ni de tupida malla como las mías, ni tan densa como tus peores sueños, que pueda dejarte atrapada. Cuando vuelvas a estirar el brazo, tu mano rozará el cielo, la estrella de tus ojos iluminará la noche y tu corazón sabrá qué siente. Y tus pies caminarán raudos por el firmamento, porque sabrán a quién buscan.

...uhhhhhhhhh, qué peligro tiene este pescador tan sabio... pensó la princesa . Nadó y nadó porque empezaba a caer en otro tipo de redes, si cabe más tupidas...